martes, 8 de mayo de 2012

Crítica de teatro: Los Hombres No Mienten

           Se abre el telón amplio y rojo para mostrarnos el escenario amplio y lleno de detalles de la obra Los Hombres No Mienten. De pronto los espectadores se dan cuenta de que esta obra se va a tratar de una pareja con dinero, una pareja que no se tiene que preocupar por el paro del momento, porque viven en una casa muy amplia, con paredes pintadas con listas de blanco y negro. Al fondo del escenario aparece la ilusión de una piscina, que está afuera y se usa para mostrar el paso del tiempo. En lo que sería la segunda planta de esta casa, hay una biblioteca que muestra no solo el dinero que tiene esta pareja, sino también el posible nivel de educación. Hay también una mesa en el centro, con un mueble estampado de flores detrás. A la mano izquierda hay un sillón verdoso, con un banquillo del mismo color para los pies. Aquí es donde se desarrolla esta obra de teatro: en la sala de una mansión.

             Llegan Silvia y Pablo de una noche de fiesta con otros empresarios. Después de esta noche, que fue un compromiso de trabajo, Silvia empieza a hablarle a Pablo de un tema bastante serio. Silvia le confiesa a Pablo que siempre ha sabido que él ha sido infiel y de pronto él le pregunta si ella ha sido fiel. La obra se trata de este lío: los dos quieren saber de la infidelidad de otro. Luego llega un amigo de ellos, Luis, que Pablo interroga, y al final se descubre más de lo que nosotros, los espectadores, esperamos.  

            Arturo Fernández, el director de Los hombres no mienten, también interpreta el papel de Pablo, el esposo de Silvia. Arturo crea de esta situación tensa una comedia ejemplar. Su actuación muestra que es un hombre de verdadero talento, que sabe cómo presentar cada línea del guión con expresión y carácter natural. Sonia Castelo, Silvia en la obra, trabaja bien con Arturo, provocándole cuando hace falta y calmándolo cuándo puede. Carlos Manuel Díaz, que interpreta el papel de Luis, muestra tanta pasión y emoción como Arturo y Sonia. Lo importante de estos tres es que trabajan bien juntos y saben cuando hace falta un descanso de la tensa discusión. En ese momento nos hacen reír.

            Esta obra, aunque ganó el Premio Moliére 2010 por ser la mejor obra de teatro del año, no tiene mucho conflicto ni trama. Es muy chistosa y divertida, pero en realidad es la única gracia que tiene. Eso y la pregunta que te deja pensando, ¿es mejor decir la verdad o mentir?

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